viernes, 20 de octubre de 2017

El Cubismo, Sintético y Analítico

El Cubismo fue el primer movimiento artístico, que da pie al resto de las vanguardias europeas del siglo XX, y sólo tuvo una década de duración. Da inicio en 1907, en Francia, con "Las Señoritas Avignon" de Pablo Picasso, y se considera agotado con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, siete años después, aunque no es así con la trayectoria artística de sus principales representantes.
El término fue propuesto por Apollinaire en 1908, al reducir todo el movimiento a las particulares formas geométricas que caracterizan gran parte de las obras encuadradas en la corriente artística.
Es considerado el primer movimiento artístico de las vanguardias históricas y el que quiso "liberar" a las artes plásticas de su papel representativo.


El término cubismo fue acuñado por el crítico francés Louis Vauxcelles, el mismo que había bautizado a los fauvistas llamándolos fauves (fieras); en el caso de Braque y sus pinturas de L'Estaque, Vauxcelles dijo, despectivamente, que era una pintura compuesta por "pequeños cubos". Se originó así el concepto de "cubismo".


Características.

El cubismo es considerado la primera vanguardia, ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a principios del siglo XX. En los cuadros cubistas, desaparece la perspectiva tradicional. Trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, fragmentando líneas y superficies. Se adopta así la llamada "perspectiva múltiple": se presentan todas las partes de un objeto en un mismo plano. La representación del mundo en donde pasaba a no tener ningún compromiso con la apariencia de las cosas desde un punto de vista determinado, sino con lo que se sabe de ellas. Por eso aparecían al mismo tiempo y en el mismo plano vistas diversas del objeto: por ejemplo, se presenta de frente y de perfil: en un rostro humano, la nariz está de perfil y el ojo de frente; un botella aparece en su corte vertical y su corte horizontal. Ya no existe un punto de vista único. No hay sensación de profundidad. Los detalles se suprimen, y a veces acaba representando el objeto por un solo aspecto.

Se eliminan los colores sugerentes que tan típicos eran del impresionismo o el fauvismo. En lugar de ello, utiliza como tonos pictóricos apagados los grises, verdes y marrones. El monocromatismo predominó en la primera época del cubismo, posteriormente se abrió más la paleta.

Con todas estas innovaciones, el arte acepta su condición de arte, y permite que esta condición se vea en la obra, es decir, es parte intrínseca de la misma. El cuadro cobra autonomía como objeto con independencia de lo que representa, por ello se llega con el tiempo a pegar o clavar a la tela todo tipo de objetos hasta formar collages.



Cubismo Analítico.

Entre 1909 y 1912, en distintas circunstancias y emplazamientos, Pablo Picasso y Georges Braque se embarcan en una serie de investigaciones y debates con el fin de explotar todas las posibilidades del arte. Con este análisis se pretendía romper con cualquier atisbo del pasado. Nace el denominado cubismo analítico, el cual se caracteriza por:

  • Se lleva al máximo la descomposición en la representación, ya sean de objetos o de figuras humanas.
  • Tiene una fuerte impronta intelectual. Por eso es tan difícil de asimilar por el gran público (incluso hoy en día) ya que apela, no a lo inconsciente, sino a lo racional. Cualquier indicador de sentimentalidad es apartado de la creación. En este sentido, son las técnicas, las matemáticas y un pretendido orden los que prevalecen.
  • La figura humana pierde protagonismo y es rebajada a la condición de mero objeto, a la par que los contornos son tratados con una geometría feroz, como si estuvieran dibujados o plasmados con tiralíneas.
  • El lienzo se llena de formas en aparente desorden en un afán rupturista que proponía otra observación de la realidad. Si los objetos son presentados en batiburrillo, el espectador tenía como misión “ordenar” en su mente el mensaje dado por el artista. En esta línea, podemos decir que el cubismo es el antecedente más remoto de la filosofía de la deconstrucción imperante a finales del siglo XX.
  • Por esta razón, el espectador debe tomar protagonismo al tener que recomponer o reconocer esos objetos, la mayoría de la vida cotidiana, en su mente. El diálogo que ejerce la obra se torna, por  tanto, mucho más intenso.
  • El color de las obras se reduce a los ocres, pardos, grises, azules fuertes o los rosados de, por ejemplo, Las señoritas de Avignon. En la mente y espíritu de Picasso y Braque parecían que estos tonos eran los que más se aproximaban al lenguaje de la razón.

Cubismo Sintético.

A partir del año 1911, el arte cubista sufre una transformación. Si en la etapa analítica o hermética son Pablo Picasso y Georges Braque los abanderados de esta nueva forma de hacer arte, a partir de esta fecha el movimiento (aunque nunca tuvo un manifiesto que podamos calificarlo de tal modo) comienza a expandirse. Se hace de dos maneras o en dos vías distintas: con la incorporación de nuevos artistas, primero, y llegando a un público más amplio, en segunda instancia. Y eso sin olvidar que el epicentro se encontraba y siempre estuvo en París, punto de encuentro artístico internacional desde hacía varias décadas.

Con respecto a la etapa analítica encontramos algunas diferencias que se resumen en las siguientes:


  • Una vuelta al color. Se abandonan las paletas de ocre y grises para centrarse en toda la gama cromática.
  • Las formas no se presentan tan marcadas desde el punto de vista geométrico llegando incluso a desdibujarse sin confundirse con la abstracción. Aunque hay preferencia por las  estructuradas en ángulo. Comienzan a utilizarse también las líneas curvas.
  • Nacen obras con un marcado intento de burlar el ojo del espectador utilizando técnicas de trampantojos o collages vanguardistas con materiales diversos. Eso causó un debate sobre lo real frente a lo inventado (que aún perdura en algunos sentidos).
  • Paralelamente al nacimiento del libro de artista de vanguardia, con los Libros de Diálogo mano a mano entre poetas y creadores plásticos, la tipografía entra en los cuadros, así como las frases sueltas o palabras aquí y allá que se unían en un todo para crear un sentido ambivalente.
  • Si en la primera etapa, la analítica o hermética, se vuelve a retomar el sentido de la perspectiva del Renacimiento, ahora se da un paso más allá al utilizar el mágico número áureo en algunas creaciones.
  • En definitiva, en esta etapa, al entrar nuevos pintores y creadores, el movimiento se hizo más heterogéneo y más dinámico al incorporar la particular visión de cada uno de los artistas.
  • Eso propició que cada uno de ellos hiciera valer sus particulares  sellos de identidad. Duchamp, por poner un ejemplo, se afanó por captar el movimiento. Leger fue uno de los primeros que vio la posible alienación humana debido al avance de las máquinas (los coches y los artilugios comienzan a inundar las calles).

Exponentes.

  • Pablo Picasso

Picasso bebe de las teorías que se respiraban en el aire de París (Freud, Einstein, el avance del cine, las nuevas fórmulas político-económicas que desembocarían en el comunismo…) y crea las primeras obras del primer movimiento de vanguardia. También son las más significativas. Junto a Braque desarrolló el cubismo analítico para luego evolucionar hacia el sintético. Y eso sin contar que algunos críticos encasillan algunas de sus creaciones como cubismo rococó o curvilíneo. A su refugio veraniego de Ceret, en el Sur, llegaron diferentes artistas en post del ya maestro Pablo Picasso, quien (y eso para otro día) no se agotó con el cubismo sino que el movimiento artístico le sirvió para dar un paso más hacia una de las obras más singulares de la historia.

  • Georges Braque

Iniciado en el fauvismo, la corriente de los denominados salvajes, evolucionó junto con Pablo Picasso hacia el cubismo. Georges Braque (1882-1963) sentía predilección por los bodegones, las naturalezas muertas e, incluso, por inquietantes paisajes. El gusto del cubismo por la mezcla de materiales, tal como he expuesto anteriormente, le llevó a realizar experimentaciones con madera, papel e, incluso, arena convirtiendo a Georges Braque a un maestro de la técnica. Dotado de gran capacidad de auto-análisis, tal como dejó escrito en su Carnét, consideraba el arte (y especialmente la pintura) como algo alejado de la realidad. El lirismo subyacente en su obra no oculta una importante estructuración y sobriedad.

  • Robert  Delaunay


También iniciado en el fauvismo, su primera etapa muestra reminiscencias del impresionismo. Rompe con una de las características principales del primer cubismo (la de ceñirse a unos cuantos tonos) para ejecutar unos cuadros con un gran predominio del color. Y no solo por su uso sino también por los contrastes a los que sometía las formas. No solo se interesó por la pintura sino que también abordó decorados teatrales, vestuarios, carteles para películas o, incluso, la puesta en escena de la Exposición Universal de París de 1937. Aunque encuadrado en el cubismo, su estilo fluctuó a lo largo de su carrera comenzando, como he anotado, con obras de tintes impresionistas, anotándose a los fauves e, incluso, realizando obras de corte más realista. Estas últimas corresponde a su estancia en España y Portugal tras el estallido de la I Guerra Mundial. Ya sea por las crueldades de la guerra o por el sustrato de la pintura tradicional hispana, las obras de esta etapa de Robert Delaunay (1885-1941)  acusan esta tendencia. Tampoco fue ajeno al surrealismo que atrapó a la casi totalidad de artistas de buena parte del siglo XX para terminar sus días investigando con las posibilidades de la abstracción. Por si esto fuera poco, también coqueteó con el dadaísmo.

  • María Blanchard


La española María Blanchard (Santander, 1881-París 1932) desarrolló una de las trayectorias artísticas más interesantes de la primera mitad del siglo XX. De familia acomodada y culta, estudió, primero, en Madrid donde adquirió los rudimentos de la técnica y, luego, en el bullicioso París de las Vanguardias. Allí se instaló en 1908 donde subsistió con recursos escasísimos dedicada a su arte y a dar clases de pintura. Aquejada de una escoliosis desde pequeña, esta característica física influyó tanto en la percepción que de ella misma tenía, que la creación fue como un refugio (¡y de qué manera!) para superar los avatares de la vida cotidiana. La obra de María Blanchard destella una originalidad y altura artística muy por encima de la reconocida por la historia. La ensoñación (o la fantasía) convive con una sobriedad hispana no exenta de cierta tristeza, la misma que aquejó a la artista durante toda su vida. Los últimos años de su existencia fueron duros para María, ya que a los problemas de autoestima (tal como podríamos definirlos hoy en día) que arrastró desde la infancia se unieron sus hermanas. Se mudaron a vivir con ella (y de ella). Esto empeoró su ánimo y su situación económica. Al tiempo, los temas se volvieron más íntimos. Los niños, la familia y los objetos domésticos predominan en su obra durante esta última etapa.

  • Alexander Archipenko


Es uno de los pocos escultores clasificados dentro del cubismo. Nacido en Kiev, en 1887, estudió en Moscú antes de emigrar hasta París (la meta de todo creador de la época, recordemos). Aún así, buena parte de su carrera se desarrolló en Estados Unidos donde se instaló en 1924.Su contribución al arte se centra en los espacios facetados. Esto es, en la misma obra muestra distintas perspectivas para mostrar la figura humana (sobre todo) desde diferentes puntos de vista. Gustaba de mezclar los planos y del vaciado. No dejó de lado la policromía. Y, además, fue un pionero en la experimentación con los materiales, algo que sería corriente en las manifestaciones artísticas posteriores. Realiza, por ejemplo, esculturas transparentes. Se considera el inventor o el introductor de la llamada escultopintura.

  • Juan Gris


Nacido como Juan José Victoriano González en 1887 (Madrid), el contacto con Picasso  a partir de 1909, en París, hizo que se uniera al movimiento. Aunque comenzó con los postulados del cubismo analítico, lo mejor de su obra se encuadra en el cubismo sintético.Si su obra destaca por una fuerte coherencia, colorido y por la impecable técnica del dibujo, no se puedo olvidar que el uso del papier collé le llevó a resultados sorprendentes. Célebre por la frase “No es el cuadro el que debe coincidir con un objeto, sino el objeto el que debe hacerlo con el cuadro”, fue fiel al movimiento hasta el final de sus días.Su carrera, aunque corta (falleció en 1827) fue intensa, ya que también fue un notable ilustrador de obras literarias y se encargó de algunos decorados para el ballet de Diaghilev.

  • Albert Gleizes


Su idea era que el cubismo se convirtiera en ciencia (artística, eso sí). Quizás por eso fue uno de los redactores (junto con Jean Meatzinger) de una de las obras de referencia del movimiento: Sobre el cubismo y los medios para comprenderlo, dotándolo de bases teóricas y estéticas. Ese fulgor inicial por el movimiento no impidió a Albert Gleizes (1881-1953), años más tarde, abrazar los postulados de la abstracción. Se interesó por el arte sacro, sobre todo, por el período del Románico en Francia.

  • Jean Metzinger


Seducido, en principio, tanto por las posibilidades del último impresionismo como por la fuerza expresiva del fauvismo, se adhirió al grupo en 1908. A pesar de su fervor inicial, muy pronto se decanta por un estilo más cercano al realismo.

  • André Lothe


André Lothe (1885-1965) fue otro artista desdoblado en sus creaciones. Si bien se adhirió al movimiento en 1908 tras pasar por etapa fauvista, muy pronto volvió a los postulados clásicos que defendió con fervor. A su labor artística hay que sumar su ingente tarea docente y como crítico de arte.

  • Henri Laurens


Fue otro de los pocos escultores del cubismo con especial predilección por el bronce y la piedra. Eso no quita para que el francés Henri Laurens (1885-1954) no experimentara con lospapiers colliers tan queridos por los integrantes del movimiento. Tuvo predilección por el cuerpo femenino y, quizás por ello, fue progresivamente abandonando las líneas rectas o geométricas por un gusto por las curvas.

Crítica.

Aunque el movimiento caló hondo en buena parte de los artistas que, por aquellos años, recalaron en París, solo un puñado de obras han trascendido la historia.

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